Federico Cartín quiere cambiar San José, por una ciudad con más árboles, más bicicletas y más dignidad.

La casa de Federico está en pleno San José, en esa zona en la que algunos aún no caminarían por la noche, su puerta roja es la entrada a un sitio que desentona con la realidad de la disímil metrópoli que deja tras de sí. Se respira paz, arte, familia, en una casa de antaño, donde las paredes todavía tienen la pintura original. Es el resultado perfecto de quien la habita, un obsesionado por los ríos, voluntario por excelencia y aspirante a alcalde.

“Cuando camino por la ciudad veo pura oportunidad, me imagino cosas mejores de lo que son. Una ciudad como San José es un laboratorio de oportunidades”, dice.

Con su experiencia en proyectos colectivos y su pasión por la regresar la ciudad a los habitantes, el mantra de Cartín es una ciudad centrada sobre la vida humana y natural. “Me gusta el diseño centrado sobre la vida porque es más inclusivo de los sistemas naturales. La visión es una ciudad compacta, amigable, que escucha a las personas, que trabaja en función de las personas que la habitan y de los ecosistemas naturales. Imagino un San José que se sienta como estar dentro del Braulio Carrillo (un Parque Nacional), un mejor reflejo de lo que es Costa Rica, de paz, donde puedo salir a caminar tranquilo”.

La ansiedad por ver esto hecho realidad lo ha llevado a la vida política, a una carrera por arrebatar la alcaldía de los brazos de la tradición. “La razón de mi trabajo es devolverle la dignidad a la ciudad y a los habitantes”.